Siempre tengo una cálida voz que me contesta al otro lado del teléfono cuando me encuentro perdida, alguien que tiene la forma más amable de calmarme.
Tengo un compañero de carretera que siempre sabe por dónde va, al que jamás he visto perderse.
Tengo un gran sabio que nunca se ha quedado sin saber qué decir ante las innumerables preguntas que sin sentido le realizaba una chiquilla demasiado curiosa.
Tengo un maestro que me enseñó a amar el cine, de cualquier época y de cualquier género. Pero que si incluyen tiros mejor que mejor.
Te tengo a ti papá… a ti, que me aguantas cuando no lo hago ni yo, que siempre me has demostrado la fe incondicional que tienes en mí y en todo lo que hago.
A ti, que te alegran más mis éxitos que a mí misma y te duelen más mis penas que las tuyas.
Te tengo a ti, que me has enseñado a amar todo aquello que haga y a no dejar de intentarlo nunca. Que tu historia demuestra que quien la sigue la consigue y que quien quiere puede.
Te tengo a ti, que desde pequeñita ya ahuyentabas a los monstruos de debajo de mi cama y ahora me adviertes de los fantasmas que me quieren llevar a ella. Porque como dices, tú también tuviste veinte años.
A ti, que junto a mamá me hicisteis hermana mayor dos veces. Y no me cansaré nunca de agradeceros esos dos grandes regalos.
Te tengo a ti, que eres y serás siempre el gran y verdadero hombre de mi vida. El que me ha enseñado ante todo a ser humilde y a recordar siempre de dónde procedo, da igual donde me encuentre, nunca debo olvidar de donde vengo.
Tú, con el que tengo un máster en discusiones y disculpas. Y es que somos demasiado parecidos como para no hacerlo. Pero también nos queremos demasiado como para que esas disculpas no lleguen. Y es que ya sé que te exaspero, que a veces no sabes por dónde te voy a salir y que tratas entenderme con todas tus fuerzas, aunque a veces no puedas.
Por eso hoy, que ni es tu día ni tu cumpleaños ni ninguna fecha a señalar te digo porque sí y porque me da la gana que eres mi debilidad, que nunca podré agradecerte todo lo que haces por mí y que nunca seré lo bastante mayor como para no necesitarte.
Porque seguiré llamándote cuando no entienda que es lo que le pasa al coche o cuando crea que la he liado más de la cuenta con mamá, porque seguiré necesitando que ahuyentes monstruos y que mantengas a raya a los fantasmas, ya que cada vez tengo más claro que el único príncipe que no destiñe eres tú.
Porque seguiré dándote siempre las buenas noticias en persona, da igual donde esté, pero esa cara no me la pierdo por nada del mundo.
Porque siempre seguiré siendo esa niña que tu moldeaste y que yo me encargué de transformar a mi manera para ser quien soy hoy.
Porque eres mi gran debilidad. Nos lo has dado todo, sin recibir a veces demasiado y nunca te hemos escuchado quejarte, a pesar de que en ocasiones eres demasiado gruñón.
Porque te lo he dicho muchas veces pero nunca como ahora y es que “Fuiste, eres y serás mi héroe siempre”
A ti, Papá.
Te quiero